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Adoración Nocturna Española

 

Adorado sea el Santísimo Sacramento   

 Ave María Purísima  

 

 

2010

 

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ENCUENTROS CON CRISTO EUCARISTÍA


II.- Ninguna Verdad más verdadera.

La vista, el tacto, el gusto  
Ante Ti enmudecen.      
Solo el oído       
a la Fe se abre.

Creo lo que dijo
el Hijo de Dios.
Ninguna Verdad más verdadera
Que tu Palabra.

 

    Un ser vivo. Al ver a Cristo Resucitado por primera vez, los Apóstoles dudaron, se llenaron de temor; creyeron ver un fantasma. Dudaron, sin acordarse de las palabras que el Señor les había hablado: “Al tercer día resucitaré”.

    La Resurrección. La Presencia Real Sacramental de Cristo en la Eucaristía más que signo, es manifestación de su Resurrección. Es Cristo vivo que se nos da como alimento –“quien come mi carne, y bebe mi sangre, tiene vida eterna y yo lo resucitaré en el último día” (Juan 6, 54)-, porque al “comerlo” nos está dando ya su “vida eterna”. “quien come este pan vivirá eternamente” (Juan 6, 58).

    Para confortar la fe de los Apóstoles, Jesucristo les dijo que le dieran de comer. Un fantasma no come, y aunque el cuerpo glorioso tampoco necesita ningún alimento, les pidió pan para que le reconocieran como un ser vivo. Santo Tomás necesitó ver y palpar las llagas en el costado y en las manos de Jesús; y sólo después confesó su fe.

    -“Señor mío, y Dios mío”-

    Así el cristiano ante la Eucaristía ha de exclamar: “-Señor; ¡auméntame la Fe!”

    La Resurrección es la “más verdadera Verdad”, la Verdad más plena de contenido. Cristo dijo de sí mismo: “Yo soy el Camino, la Verdad, la Vida”.

    Al encarnarse es ya Camino; al resucitar, manifiesta la plenitud de ser Verdad; al hacerse Eucaristía, alimento que nos acompaña a lo largo de nuestra vida, nos descubre que es la Vida, Vida Eterna. Vida que nos adelanta y, a la vez, siembra en nosotros la Vida Eterna.

    “Resurrección”. Es ya la palabra de vida eterna. Cristo en la Eucaristía, Cristo Resucitado es la Palabra Eterna que vive en medio de nosotros. Ninguna Verdad más verdadera.

    Ante la Eucaristía; adorando, aprendemos a “escuchar” también el latir del Corazón de Cristo que anhela “que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la Verdad”. Que le conozcan.

    La Fe nos llega por la palabra oída. Ante el Sagrario, es la misma Palabra quien habla; la misma Palabra de Dios a Quien oímos. La Eucaristía es Cristo Resucitado, y por tanto Vida Eterna. El Cielo es Cristo. Y en la Eucaristía es el mismo Cristo que viene a convertirnos a nosotros en su cielo.

    Fe en la Resurrección  que no se asienta ni en la imaginación, ni en el sentimiento, ni en la emoción. Fe que toma posesión del centro de nuestra alma, y nos mueve a exclamar, con María Magdalena: “Rabbuni; Maestro”.

    Hace ya siglos que los cristianos encendemos una lámpara, una vela, para anunciar que Cristo está en el Sagrario. Una lámpara que no permitimos que se apague nunca, que se vea claramente apenas se entra en el templo, y nos ayude a llegar al encuentro con Cristo.

    La Fe viva en nuestro corazón, en nuestra inteligencia, es la mejor lámpara que Cristo tiene en la tierra; la lámpara que transmite más, y mejor, la luz de su Presencia.

Cuestionario.-

-¿Soy consciente de que es el mismo Cristo que habló con los Apóstoles, Quien está en el Sagrario?

-¿Invito alguna vez a un amigo para hacer juntos una Visita al Santísimo Sacramento?

-¿Tengo la libertad de abrir mi corazón, sin vergüenza alguna, ante el Señor Sacramentado?